Por Eugenio Hernández (Universidad Autónoma de Madrid)

Hoy 14 de abril se cumplen 10 años del fallecimiento de Miguel de Guzmán (1936-2004). En los meses que siguieron a su fallecimiento se hicieron varias reseñas glosando, tanto su actividad investigadora, como su papel en la educación matemática. El suplemento al volumen 7.3, Septiembre-Diciembre, 2014, de La Gaceta de la RSME (Miguel de Guzmán Ozámiz, Matemático y Humanista), es una buena muestra de ellas.

Describir con precisión la huella que Miguel dejó en la matemática española e internacional requeriría varias páginas. Habrá colegas que trabajaron a su lado durante todos los años que impartió docencia y escribió libros que podrían hacer un estupendo trabajo para precisar su legado. Lo que sigue es una visión muy personal y pido disculpas de antemano si alguien piensa que estas notas son sesgadas.

Tuve el privilegio de ser su alumno en el curso 1974-75 en la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid en la asignatura Ecuaciones diferenciales ordinarias. Teoría de estabilidad y control, y aún conservo mis apuntes de la asignatura. No fue un curso “tranquilo” en la Universidad: las asambleas, las huelgas y las carreras por los pasillos del edificio que hoy alberga solamente la Facultad de Físicas, pero que entonces compartía con Matemáticas, eran comunes todas las semanas. Su clase era un bálsamo en el ajetreado mundo de un estudiante de aquella época. Su forma de exponer las ideas y hacer las demostraciones más sencillas de lo que parecían al leerlas en sus notas mecanografiadas, eran un atractivo para nosotros.

Oficialmente no estuve matriculado en ningún otro curso con Miguel, pero si asistí a un Seminario sobre Análisis de Fourier que ofreció en el primer semestre del curso 76-77 para los alumnos de 4º año. Aunque yo era de 5º no quise perderme la oportunidad de aprender las herramientas que iban a guiar mis primeros pasos en la investigación matemática. Enamorado de aquellas series de senos y cosenos, cuando le pedí consejo para comenzar mis estudios de Doctorado no dudó en recomendarme que solicitara mi admisión en una de las Universidades de Estados Unidos en las que él había estado, como doctorando y como profesor visitante.

Fue un momento decisivo para mi futuro. Pero también lo fue para muchos otros porque Miguel se había dado cuenta que una forma de mejorar la enseñanza y la investigación matemática en España era formar doctores en los centros punteros en investigación. Un buen número de sus alumnos de los años 70, algunos perdiéndonos aquellos años de la transición tan decisivos para el futuro de España, seguimos el consejo de Miguel. Con el paso de los años y la internacionalización de la matemática española parece normal que se realicen estudios de doctorado en países extranjeros, pero hasta aquella época eran pocos los que lo había hecho. Miguel nos enseñó un camino para desarrollar la matemática en España.

Pero no fue el único. También había que formar doctores en España. Sus seminarios en la UCM en aquellos años 70 de los que salieron el libro amarillo (M. de Guzmán, Differentiation of integrals in Rn, Springer-Verlag, Lectures Notes 481, 1975) y el libro azul (M. de Guzmán, Real variable methods Fourier analysis, North Holland, Math. Studies 104, 1981) ayudaron a realizar varias tesis doctorales. Otro camino que inevitablemente había que desbrozar para que la matemática española pudiera alcanzar relevancia internacional. Aquellos libros tenían como guía el Análisis de Fourier, pero en muchas de sus páginas aparecían razonamientos geométricos que tanto gustaban a Miguel desde que cayera en sus manos el F.G.-M (Exercises de Géométrie, Maison, Tours, 1912). Esta mezcla de Análisis y Geometría le llevó en los años de la movida madrileña a interesarse por los fractales y a dirigir en este tema un par de tesis doctorales. El camino estaba trazado y, en la actualidad, no solo estudiantes españoles pueden realizar tesis en universidades españolas, sino que también estudiantes extranjeros buscan en nuestros programas de doctorado la guía necesaria para iniciarse en la investigación matemática.


Caricatura de Miguel de Guzmán

Miguel siempre fue pionero en introducir nuevas asignaturas en los planes de estudio de las Universidades, aunque el rígido corsé que sujeta a los planes de estudio, le impidió hacerlo con toda la extensión que él hubiera deseado. Baste como botón de muestra de su interés por la enseñanza universitaria los cursos cero que organizó para dar a los alumnos las herramientas y los conocimientos necesarios que les permitieran afrontar con éxito los estudios de matemáticas.

Esta pasión por la educación la trasladó a la enseñanza media. Junto con profesores de ese nivel diseñaron una serie de libros que han sido un referente de los textos para enseñanza Secundaria y Bachillerato desde los comienzos de su publicación en los años 80. El legado contenido en estos libros es reconocido por todos, pero más importante para mí es haber contado con profesores de enseñanza media para escribirlos. Nos enseñó que para mejorar la enseñanza media hay que trabajar con las personas que están diariamente con los alumnos, saben de sus dificultades y han experimentado posibles soluciones. Muchos libros de texto para alumnos de Secundaria que se publicaron después imitaron el modelo que se trazó en aquellos que él coordinó.

Otro de los legados de Miguel de Guzmán es el programa ESTALMAT. En 1995, al regresar de uno de mis años sabáticos que pasé en Washington University en St. Louis, fui a visitarle en su casa de Molino de la Hoz, en el término municipal de Las Rozas de Madrid. En aquella ocasión me dijo que estaba pensando en hacer un programa que estimulara el talento matemático de nuestros jóvenes. Tres años después, financiado por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, comenzaría en la Comunidad de Madrid, en fase de prueba, el programa ESTALMAT.

Antes de su fallecimiento, ya se había puesto en marcha ESTALMAT en Cataluña y en Castilla y León. Su ilusión de que se realizara en otras Comunidades se ha ido cumpliendo con el paso del tiempo. Son ya nueve las Comunidades en las que alumnos de entre 12 y 13 años comienzan anualmente este programa. Unos 2500 alumnos han tenido la oportunidad de beneficiarse de las actividades de enriquecimiento del talento matemático desde 1998. Algunos ya han conseguido el grado de Doctor y trabajan en centros de investigación nacionales y extranjeros.

De entre todos los legados que nos ha dejado Miguel, ESTALMAT es mi favorito. Como él dejó escrito, “La comunidad que logre encauzar el talento de sus chicos y chicas podrá ir más allá de aquella que no se preocupe por conseguirlo”.