Estos días se está proyectando en los cines la película Figuras ocultas, dirigida por Theodore Melfi y basada en el libro Hidden Figures: The story of the African-American women who helped win the space race, de Margot Lee Shetterly. En la obra se narra la historia real de un grupo de matemáticas afroamericanas que trabajaron en las décadas de los 50 y los 60 en la división segregada de calculadoras del área oeste del Langley Research Center. En esta sede histórica de la NASA en Hampton (Virginia) este grupo de matemáticas se ocupaba de realizar a mano y con rudimentarias calculadoras los complejos cálculos que necesitaban los ingenieros de la NASA para sus proyectos. Según la escritora, su objetivo era homenajear a estas “figuras ocultas” cuya contribución fue decisiva en la carrera espacial y a las que la historia había olvidado por su doble condición de mujeres y afroamericanas.

La película se centra en tres de estas mujeres: Katherine G. Johnson (interpretada por Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (interpretada por Octavia Spencer) y Mary Jackson (interpretada por Janelle Monáe).

 

Katherine G. Johnson era un prodigio de las matemáticas que empezó el instituto con 10 años y la universidad con 15. A los 18 años se graduó en Matemáticas y Francés y fue la primera mujer afroamericana en seguir estudios de posgrado en la West Virginia University. Con vocación investigadora, comenzó a trabajar para la NASA en Langley en 1953. Johnson fue la matemática encargada de calcular las trayectorias del vuelo que en 1961 permitió a Alan Shepard ser el primer estadounidense en viajar al espacio y, un año después, a John Glenn ser el primer hombre en completar una órbita a la Tierra. También calculó, ya con la ayuda de los ordenadores, la trayectoria del vuelo que en 1969 llevó el Apollo 11 a la Luna. En 2015, Barack Obama concedió a Johnson la medalla presidencial de la libertad, el máximo reconocimiento al mérito civil en EE UU.

Dorothy Vaughan se graduó en Matemáticas con 19 años y comenzó a trabajar como profesora hasta que en 1943 entró a trabajar en Langley. Se especializó en los cálculos para la trayectoria de los vuelos. Intuyendo que los ordenadores serían el futuro, aprendió FORTRAN de forma autodidacta y enseñó a sus compañeras este lenguaje de programación con el fin de prepararlas para su nuevo cometido como programadoras. Vaughan fue la primera supervisora de color nombrada por la NASA.

Mary Jackson era graduada en Matemáticas y Física. Después de su graduación desempeñó distintos empleos como profesora, contable o recepcionista, entre otros, hasta que en 1951 entró en Langley como calculadora. En 1953, el ingeniero Kazimierz Czarnecki la requirió para trabajar con él en el túnel de viento y la animó a convertirse en ingeniera. Para optar a este puesto, Jackson tenía que asistir a cursos de posgrado que se impartían en un instituto solo para blancos. Finalmente, después de recurrir a la justicia, consiguió ser admitida en dicho instituto y en 1958 se convirtió en la primera ingeniera afroamericana de la NASA.


Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson

De entre los mensajes que transmite la película apuntamos algunos que nos parecen especialmente interesantes como son la importancia de la educación, que permite a las protagonistas alcanzar sus metas, y la percepción de que las matemáticas son un instrumento de progreso, no solo individual, sino también colectivo. Pero destacamos principalmente la idea de que el desarrollo académico y profesional de las mujeres no es solo positivo para ellas mismas, sino que es imprescindible para toda la sociedad, como ponen de manifiesto las heroínas de esta historia.

Aquí se puede ver el tráiler de la película:

http://www.figurasocultas.es/videos/.

Esperamos que también os entren ganas de leer el libro. En el siguiente enlace se encuentran los primeros capítulos:

https://books.google.es/books/about/… .