En esta reseña comentamos el artículo “A Family-Friendly Policy That’s Friendliest to Male Professors”, aparecido en el New York Times el 24 de junio de 2016,
https://www.nytimes.com/2016/06/26/business/…

El artículo está centrado en la presencia femenina en los departamentos de economía de las más importantes universidades estadounidenses y, aunque una parte sustancial de su contenido se refiere a condiciones típicas de la sociedad americana (por ejemplo, la considerable proporción de amas de casa que hay en ese país en ciertos estratos sociales), presenta una reflexión que nos ha parecido interesante y queremos trasladar a quienes leen el Boletín sobre las consecuencias inesperadas que pueden tener las políticas de conciliación familiar si estas no se piensan de manera cuidadosa.

La medida concreta de conciliación a la que se refiere el artículo es la que explicamos a continuación. En la carrera investigadora en las universidades estadounidenses hay una fase inicial en la que los investigadores son contratados como profesores asistentes (un puesto similar al de ayudante doctor en España); se mantienen en dicho puesto durante siete años, al final de los cuales son evaluados para acceder al de tenure, una plaza fija comparable con la de nuestros profesores titulares.

Al igual que sucede en nuestro país, suele coincidir el periodo en que se disfruta de estas plazas temporales con aquel en el que las mujeres tienen hijos pequeños, lo que dificulta su capacidad de competencia en igualdad de condiciones para los puestos de trabajo, pues los siete años (cinco en el caso de España) ponen una barrera temporal inamovible y el tiempo de dedicación a la investigación queda seriamente mermado si durante ese periodo se tienen hijos. Pues bien, para tratar de minimizar el problema, en varios departamentos de universidades americanas se propuso durante las últimas décadas del siglo XX que las personas con hijos pudiesen acceder a una evaluación tardía, retrasándose esta a razón de un año por hijo. La medida, aún en vigor en muchos lugares, se aplica igualmente a hombres y a mujeres, y claramente se enmarca dentro de las medidas de conciliación familiar que, puestas sobre el papel, solemos pensar que son buenas para la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres.

En cambio, siguiendo la línea del artículo mencionado, estadísticamente, la consecuencia de la medida de conciliación fue muy negativa para las mujeres, al menos en los departamentos de economía, que son los que han sido objeto de estudio: en pocos años el porcentaje de mujeres que conseguía superar exitosamente la evaluación y, con ello, conseguir una plaza fija, bajó del 30 % al 8 %. El motivo mencionado por el New York Times es que, al concederse el tiempo extra por igual a padres y a madres, pero siendo que en la sociedad americana la madre se involucra con frecuencia considerablemente más que el padre en los cuidados de los hijos (aparte del hecho de que el embarazo y la lactancia involucran más el tiempo de ella), el tiempo extra permitió a muchos profesores masculinos con hijos mejorar sus currículos hasta niveles muy considerables, aun sin haber sufrido en realidad una penalización notoria en cuanto al tiempo y la capacidad de trabajo debido a su paternidad.

Una reflexión al respecto es que las medidas de género son muy delicadas. Aspiramos a una sociedad en que el cuidado de los familiares sea un asunto tanto de hombres como de mujeres, y las medidas han de tener en cuenta el entorno social, por lo que también hay que actuar para tratar de cambiar este entorno en la dirección de la igualdad. En particular, todos los hombres que son padres o que tienen familiares que necesitan cuidados, y que creen en la igualdad, pueden actuar con su ejemplo dedicando tanto tiempo y esfuerzo como sus compañeras a estas tareas, aunque ello pueda suponer a veces renunciar al carácter meteórico de sus carreras como tantas veces han hecho ellas.


Fuente: Artículo “A Family-Friendly Policy That’s Friendliest to Male Professors”