Pensando en el periodo vacacional que se aproxima, queremos aprovechar este espacio para recomendar la lectura del libro de Adela Muñoz Páez, Sabias: la cara oculta de la Ciencia, editorial Debate.
Adela Muñoz Páez es catedrática de Química Orgánica de la Universidad de Sevilla y ha realizado una gran parte de su investigación en fuentes de radiación sincrotrón de Gran Bretaña, Francia, Japón y España. Además de sus tareas docentes e investigadoras, en los últimos años viene realizando tareas de divulgación científica, entre las que destaca la publicación en 2012 del ensayo Historia del veneno. De la cicuta al polonio.

También es autora de las biografías de Marie Sklodowska-Curie y Antoine Lavoisier, publicadas en la colección Grandes Ideas de la Ciencia de RBA. Asimismo, ha publicado artículos en varios medios de prensa e impartido seminarios y conferencias sobre divulgación científica y sobre mujeres científicas en varios foros. Desde marzo de 2016 realiza la representación teatral Científicas: pasado, presente y futuro junto a otras cuatro investigadoras de la Universidad de Sevilla, entre las que están Clara Grima, presidenta de la Comisión de Divulgación de la RSME, e Isabel Fernández, vocal de la Junta de Gobierno de la RSME. Estas actividades y su producción no científica se recogen en la página web http://hypatia.es/.

La autora ha comentado que el libro Sabias: la cara oculta de la Ciencia tiene su origen en una pregunta que lleva haciéndose desde hace más de veinte años: ¿por qué en la historia de la ciencia aparecen tan pocas mujeres? Ella misma relata que cuando comenzó a indagar descubrió que había habido muchas mujeres científicas. ¿Cómo es que eran tan desconocidas? Su respuesta, “Porque sus trabajos habían sido olvidados, borrados o usurpados”. El objetivo del libro es reivindicar la vida y la obra de todas las mujeres que han hecho contribuciones relevantes a la ciencia pero a las que la historia no ha hecho justicia, un homenaje que intenta devolverlas al lugar que merecen. Como la propia autora ha explicado, este libro también está dedicado a los hombres que hicieron y hacen posibles los sueños de estas y de todas las mujeres.

En la obra no solo aparecen científicas estrella como Hipatia de Alejandría y Marie Sklodowska-Curie, bien conocidas en la actualidad, o Dorothy Hodking-Crawfoot, la cristalógrafa descubridora de la estructura de la penicilina y de la insulina, y Rita Levi-Montalcini, descubridora del factor de crecimiento nervioso (dos de las pocas mujeres que junto con Marie Sklodowska-Curie han conseguido un Premio Nobel de ciencias), sino que a lo largo del libro vamos descubriendo que en todas las épocas y culturas ha habido mujeres desconocidas para la gran mayoría que dedicaron su vida a la ciencia superando los increíbles obstáculos que la sociedad les ponía. Así, por ejemplo, el libro va revelando las historias de Enheduana, suma sacerdotisa sumeria, poeta, astrónoma y astróloga; Aspasia de Mileto, magistrada de Atenas en la época de esplendor de esta ciudad; Hildegarda de Bingen, una monja del siglo XI a la que los maestros cerveceros consideran su mentora; las mujeres eruditas de la corte de Isabel de Castilla; Caroline Herschel, que vivió a la sombra de su hermano, el astrónomo William Herschel; Emilie de Châtelet, matemática y física que fue la difusora de las teorías de Newton en el continente; Rosalind Franklin, cristalógrafa con cuyos datos, usados sin su conocimiento, Watson y Crick formularon el modelo de la doble hélice que describe la estructura del ADN por el cual consiguieron junto con Wilkins el premio Nobel de Medicina, o las hermanas Barnés y otras científicas de la Segunda República cuyas carreras fueron interrumpidas por la guerra civil.

El libro no solo habla de todas estas mujeres sino que, paralelamente, realiza un recorrido muy bien documentado por la historia de la ciencia que ayuda a entender el contexto en el que surgieron estas mujeres científicas y a valorar los méritos de las que, pese al ambiente hostil, realizaron contribuciones notables a la ciencia. Además de saldar una deuda con las científicas del pasado, también es un mensaje para las futuras generaciones, ya que la obra deja bien patente que la ciencia SÍ es para las mujeres.

Nos gustaría acabar destacando el último párrafo de los agradecimientos de la autora: “Mi mayor agradecimiento es para las mujeres cuyo trabajo no logró el reconocimiento, ni en este libro ni en ningún otro, a pesar de que dedicaron su vida a la ciencia y sufrieron tanto o más que las que lograron fama”.