En esta ocasión, desde estas líneas, queremos hacer una reflexión sobre el desarrollo de la trayectoria de la actividad científica de las mujeres en relación con la maternidad, especialmente en matemáticas. Dicha reflexión tiene su origen en un anuncio en el boletín de septiembre de la American Mathematical Society, donde se publicaban, entre otras noticias, las ayudas y becas Joan and Joseph Birman Fellowship for Women Scholars, destinadas a mujeres en su etapa científica intermedia.


Joan Birman y Joseph Birman./ AMS

La convocatoria no habría llamado en especial nuestra atención, salvo por el hecho de que estas ayudas pueden ser utilizadas no solo para sufragar gastos de asistencia a congresos o estancias de investigación, como comúnmente estamos acostumbrados, sino también para sufragar los gastos del cuidado de los hijos cuando se participa en estos eventos.

No es extraño, hoy en día, ver padres jóvenes (y no tanto) con niños pequeños en congresos matemáticos, donde se turnan el cuidado de estos (y, por tanto, la asistencia a las charlas de algunas de las sesiones). Y, probablemente, estas parejas son las más afortunadas, o valientes (¿quién sabe?), pues no es fácil viajar con niños pequeños a congresos de matemáticas.

En cualquier caso, seguramente todos conocemos casos de matemáticos y matemáticas que han “ralentizado” su trayectoria científica por el cuidado de los hijos. Es claro que la maternidad/paternidad es una elección personal, y no es nuestro objetivo entrar en esta discusión. Simplemente, entendemos que no debe ser una elección disjunta de la actividad investigadora de cualquier matemático. No vamos a negar que a día de hoy se han dado pasos en esta dirección (es el ejemplo de las becas Ramón y Cajal y el cómputo de los meses de maternidad). No obstante, creemos que aún hay mucho camino por andar, y las autoridades competentes deberían prestar más atención a esta realidad.