El día 24 de febrero falleció Katherine Johnson, dejando atrás 101 años de grandes logros. En 2015 le fue otorgada la Medalla Presidencial de la Libertad y en 2019 la Medalla de Honor del Congreso. Ambas medallas conforman los dos mayores honores que un civil puede obtener en Estados Unidos. Más aún, en 2016, fue galardonada con el Premio Snoopy que concede la NASA, de entre sus trabajadores, a aquellas personas que han contribuido de manera excepcional en la seguridad de sus vuelos y el éxito de sus misiones. Estos premios se otorgan a sólo un 1 % de las propuestas, y a Katherine Johnson le fue concedido durante la inauguración de las nuevas instalaciones del centro de computación de la NASA en Virginia, que llevan su nombre.

El trabajo de Katherine Johnson para la NACA (más tarde NASA) fue crucial en un tiempo en que la carrera espacial era para Estados Unidos no sólo cuestión de orgullo, sino de seguridad nacional. La carrera espacial comienza un 2 de agosto de 1955, cuando la Unión Soviética responde al anuncio norteamericano del intento de lanzamiento de un satélite, con motivo del año internacional de la geofísica, con la declaración de que ellos también lanzarán su satélite en un futuro próximo.

Así pues, aunque nuestra protagonista comienza a trabajar en 1953 mayoritariamente comprobando los cálculos de sus jefes en el Comité Consultivo Nacional de Aeronáutica, pronto sus conocimientos de geometría analítica la llevan a desarrollar los cálculos de vuelos orbitales tan importantes como los que condujeron al éxito de la misión Mercury- Atlas 6. En esta misión, el astronauta John Glenn se convierte en 1962 en el primer norteamericano en orbitar la tierra. De hecho, John Glenn completó tres órbitas a bordo de su nave Friendship 7 terminando la hazaña con el amerizaje en el océano Atlántico.

En palabras de Bill Barry, historiador principal de la NASA, “ella tenía una inteligencia singular, curiosidad y habilidad para las matemáticas, que le permitían hacer contribuciones, las cuales pueden considerarse, cada una de ellas, de las que ocurren una única vez en la vida”. Logros, que la misma Katherine Johnson de una forma muy práctica resume en “No es nada, solo estaba haciendo mi trabajo […] Necesitaban información, y yo la tenía, y no importaba que la hubiera encontrado yo. En el aquel momento, solo era cuestión de una pregunta y una respuesta”. Pero lo que ella considera simples respuestas a preguntas llevaron al éxito también del programa Apollo. Es más, Bill Barry asegura que “si volvemos a la Luna o a Marte, utilizaremos sus matemáticas”.

Katherine Johnson en el Langley Research Center en Hampton (Estados Unidos)./ NASA

Por otro lado, cuando le preguntaban por su trabajo, Katherine Johnson contestaba con palabras que reflejan el entusiasmo y confianza que la impulsaban: “Yo dije, «déjame hacerlo a mi» […] Tu me dices cuándo y dónde quieres que aterrice y yo te diré cuándo y dónde tiene que despegar”. Al ser preguntada por su éxito, nuestra homenajeada responde que su éxito se debe a su personalidad asertiva, con ejemplos tales como la respuesta que da a sus jefes cuando se le es denegada la entrada a las reuniones de sus colegas, todos ellos hombres blancos: “¿hay alguna ley que diga que no puedo entrar?”.

Esta mujer asertiva de la que hablamos es la que firma en 1960, junto al ingeniero Ted Skopinski, el informe “Determination of Azimuth Angle at Burnout for Placing a Satellite Over a Selected Earth Position” (NASA TN D-233), que permite determinar con exactitud cuándo lanzar un cohete y cuando ha de comenzar su reentrada. Este es el primero de los veintiséis artículos científicos que Katherine Johnson produjo. Y más aún, es el primero jamás firmado por una mujer en la división de élite de vuelos espaciales de la NASA.

En la actualidad, Katherine Johnson se ha convertido en inspiración para muchas mujeres, especialmente para el colectivo de mujeres afroamericanas. La NASA publicó un video con diferentes testimonios que manifiestan su influencia en las vocaciones científicas posteriores.