Por Luis Narváez Macarro, presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales

Como ya se informó en este Boletín, los pasados días 3 y 4 de julio de 2022 tuvo lugar en Helsinki la Asamblea General de IMU. Personalmente tuve el privilegio y la oportunidad de asistir como miembro de la delegación española, en compañía de Alfonso Gordaliza, Henar Herrero y Dolors Herbera. Era la primera vez que participaba en dicha asamblea y lo hice con una mezcla de entusiasmo, curiosidad e inexperiencia, a lo que añadiría una cierta dosis de ingenuidad.

Entre los temas a tratar se encontraban algunos de gran calado, como la elección de la sede del ICM 2026, la elección del nuevo presidente de IMU o la renovación de su Comité Ejecutivo. En esta ocasión planeaba una cuestión extremada y políticamente candente, y externa a las Matemáticas, que ya había provocado la anulación de la celebración del ICM 2022 en San Petersburgo. Me refiero a la invasión rusa del territorio ucraniano.

Sin ánimo de entrar en los detalles de las decisiones tomadas, sí desearía destacar algunos aspectos:

-Solo se presentó una candidatura para la sede del ICM 2026 por parte de Filadelfia, con Nueva York como anfitriona de la Asamblea General de IMU. Dicha candidatura fue aceptada -como era de esperar- de forma prácticamente unánime.

-El Comité de Selección nombrado al efecto presentó a los siguientes candidatos: Hiraku Nakajima, del Instituto Kavli y de la Universidad de Tokio (Japón), como Presidente de IMU; Christoph Sorger, de la Universidad de Nantes (Francia), como Secretario General de IMU; y Ulrike Tillman, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), y Tatiana Toro, de la Universidad de Washington (EE.UU.), como Vicepresidentas de IMU. Todos ellos fueron elegidos por una amplísima mayoría.

-El citado Comité de Selección presentó asimismo ocho candidaturas para vocales (members at large) del Comité Ejecutivo, de las que debían elegirse seis.

Como resultado de las elecciones anteriores podemos constatar la ausencia de representación en el Comité Ejecutivo (y en otros comités que no mencionamos) de tres grandes potencias en Matemáticas, como son China, India o Rusia, así como un acaparamiento de influencia al más alto nivel por parte de otras potencias, como EE.UU., Francia, Reino Unido y Alemania, en compañía de Australia, Japón o Israel.

Durante la Asamblea General de IMU hubo también numerosas intervenciones, de las que destacaría la de Völker Mehrmann, Presidente de la EMS, que asistía como invitado (por videoconferencia). Creo que fue muy equilibrada e independiente, y podría muy bien simbolizar la “aspiración europea” en el contexto matemático internacional. No obstante, la composición del Comité Ejecutivo surgida de esta Asamblea General y las negociaciones que debieron llevarse a cabo previamente contrastan, en mi opinión, con este simbolismo y apuntan más bien a usos típicamente políticos en los que las matemáticas quedan muy desdibujadas.

Dando por sentado la enorme valía de la mayoría de los candidatos elegidos, me parece oportuno hacer algunas reflexiones.

No creo que los matemáticos podamos pensar que una situación como la esbozada sea consecuencia de los principios oficiales de IMU, y de los ICM como estandarte, a saber, “a unique meeting place for mathematicians from all over the world to assemble, put political and cultural differences aside, and discuss mathematics”. Sería ingenuo pretender que estos principios pudieran llevarse a la práctica al margen del mundo político en el que vivimos, pero al menos podríamos concluir que el tratamiento actual dista de ser satisfactorio y riguroso. No me parece que IMU tenga resuelto el encaje y el reparto de influencia de las distintas naciones y áreas mejor que las propias Naciones Unidas, y esto me resulta decepcionante.

Los matemáticos hemos demostrado una notable capacidad de análisis, ayudada por la abstracción, que nos permite comprender mejor la realidad, definir los objetivos y encontrar soluciones para alcanzarlos. No sé si, aunque fuera con una cierta ingenuidad, podríamos remover un poco nuestra conciencia colectiva.