El matemático Domingo Docampo, catedrático de la Universidad de Vigo, ha sido el autor del análisis que ha desvelado las prácticas destinadas a encumbrar a determinados matemáticos y universidades en las clasificaciones internacionales. En esta entrevista, nos ofrece su visión sobre la situación.

Pregunta.- ¿Qué le llevó a hacer el análisis de las citas de autores matemáticos?

Domingo Docampo.- En los últimos años, especialmente a partir de 2017 o 2018, tenía la percepción de que cada vez había menos investigadores relevantes en la lista. Nombres de personas influyentes desaparecían con el tiempo y ya en 2022 casi se podían contar con los dedos de la mano las personas en lo más alto de la escalera que de verdad eran influyentes y reconocidas por sus pares. Ver que no había ni un Medalla Fields ni un Premio Abel entre los altamente citados añadía todavía más zozobra. El último integrante de la lista fue Terence Tao, que desapareció de ella en 2018 y ya no ha vuelto a salir.

Domingo Docampo

P.- ¿A qué cree que se debe esta situación?

D. D.- Para mí hay dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, el efecto en las universidades del “o publicas o te mueres”, un fenómeno que pasó de Estados Unidos al Reino Unido, luego al conjunto de Europa y, finalmente, a los países que se fueron incorporando a la ciencia de manera acelerada en este siglo, sobre todo China. Esta corriente tuvo como efecto secundario la aparición de revistas de dudosa catadura que se encargaban de canalizar la demanda de espacio editorial, llegando en algunos casos notorios a publicar hasta 20 o 30 veces más artículos que las revistas matemáticas tradicionales, inundando el área de publicaciones en general irrelevantes. Con la llegada de indicadores bibliométricos con referencia al impacto, el “o publicas o te mueres” evolucionó. Podríamos decir que a día de hoy es más “o te citan o te matan”, lo que disparó la fiebre por conseguir citas a cualquier precio, sin importar la procedencia, si eran o no oportunas, para hacer currículum aprisa, lo que ha tentado a ciertas asociaciones de personas, universidades y revistas a jugar a ese juego, ya no en matemáticas, sino en general.

P.- Y también entran en juego las instituciones académicas…

D. D.- Ahí está Clarivate Analytics y su lista de autores influyentes. Hasta 2014 medían el número total de citas, luego cambian a número de artículos que tienen consideración de altamente citados porque entran en el top del 1% más citado por disciplina y año. Ya no se trata de tener muchas citas, sino algunos artículos con muchas citas. Hubiese sido un fenómeno más, pero se elevó a las alturas en el momento en que la lista fue utilizada por el ranking de Shanghai para componer uno de sus indicadores. Pasó a ser un asunto que ya no solo interesaba a los investigadores sino también a las instituciones, particularmente las que buscan atajos para crecer y auparse en las clasificaciones internacionales. Esto dio lugar a la aparición de universidades que compran la afiliación de investigadores, como ha ocurrido de manera notoria en Arabia Saudí, lo que supone un claro fraude porque dichos investigadores reciben el sueldo de sus instituciones, pero adjudican su primera filiación a las que los “compran”. La otra parte del fraude, en instituciones en las que algunos de sus investigadores están involucrados en prácticas heterodoxas, es más sibilina, ya que, si estos consiguen auparse a la lista de altamente citados, las universidades quizá no reparen en cómo lo han conseguido, mientras consigan mejorar su visibilidad internacional. El anhelado fin que justifica los dudosos medios.

P.- Entonces, ¿realmente es un problema de las matemáticas o de las universidades que realizan esas prácticas?

D. D.- Esto ha explotado primero en matemáticas por los patrones de citación del área. Las citas a los artículos presentan una notoria parsimonia, a diferencia de otros ámbitos científicos. Por ello, poder en solo unos meses conseguir artificialmente decenas de citas prepara el camino para convertirse en autor altamente citado, desplazando a investigadores que no están envueltos en dichas prácticas. No es difícil predecir, de todos modos, que el fenómeno se extenderá a otras áreas, ya hay claros síntomas de ello. Nos encontramos, pues, con universidades que no podemos asegurar que fomenten, pero sí consienten, esos comportamientos, por ejemplo, en Arabia Saudí, Egipto y Taiwán. En general podríamos hablar de Asia y Oriente Medio. China es un país tan grande que lo tiene todo, y con tantos investigadores y centros también puede ser un caldo de cultivo. Los comportamientos se extienden en algunas universidades que empezaron a ver que consintiéndolos escalaban posiciones. Estamos en una punta del iceberg que va asomando hasta el punto de que la propia Clarivate Analytics ha tomado la decisión de parar y pensar en replantear el modo de componer sus listas de investigadores influyentes, y no solamente en Matemáticas, sino en todas las áreas ESI.

P.- ¿Le parece proporcionada la decisión de Clarivate de excluir todo el campo de las matemáticas de su lista de autores citados?

D. D.- Es algo que ellos deben haber valorado. La lista debería ser un puntero hacia personas influyentes, pero si hoy en día en Matemáticas no lo son, corren el riesgo de generar descrédito y desconfianza hacia sus actividades. Desde ese punto de vista, muy desproporcionada no parece.

P.- ¿Es una situación que afecte a los matemáticos españoles?

D. D.- En todas partes este tipo de atajos suscitan comportamientos anómalos. Del mundo MDPI sale una cantidad enorme de citas para las revistas de dudosa calidad. Casi todas sus revistas reciben nombres grandilocuentes, auténticas “cabelotodo” que proporcionan la pólvora para hacer crecer los artículos altamente citados. España no es ajena a este fenómeno, al contrario, hay síntomas de que nos hemos subido a ese carro con una intensidad muy por encima del promedio mundial, a juzgar por los porcentajes de publicación en MDPI en Matemáticas en no pocas de nuestras instituciones académicas. Eso perjudica a la ciencia, a las instituciones, todo lo que sea de baja calidad e irrelevante se compadece mal con la búsqueda de la excelencia académica. Y lo más importante son las señales que llegan a los jóvenes investigadores, que son el futuro.

P.- ¿Hasta qué punto puede dañar esto el prestigio de la investigación matemática?

D. D.- Esto es algo que me preocupa por todo, por la propia solvencia de la ciencia, pero también por el cuidado que debemos tener para proteger las carreras de los jóvenes. Si hay algo que un joven debe hacer es vivir en la frontera de la ciencia. En caso contrario, el día de mañana no será capaz. Y todos estos estímulos los disuaden de este camino. El daño es tremendo para los jóvenes investigadores, para la ciencia, para la investigación matemática, las instituciones… Hay que preguntarse si no ha llegado el tiempo de hablar de este claro problema con claridad. Existe una corriente de opinión en la buena dirección dentro de las agencias y de la comunidad científica, pero habría que pensar en acelerar el ritmo de toma de medidas si de verdad queremos combatir esta preocupante situación.

P.- ¿Cuáles son en su opinión las soluciones para erradicar estas prácticas?

D. D.- Todo esto constituye una invitación para repensar a fondo cómo se utilizan los indicadores numéricos dentro de la evaluación. Hasta ahora dichos indicadores eran razonablemente fiables, la bibliometría era importante, útil y podía servir para dar los primeros pasos en la evaluación por pares, en particular en matemáticas. Pero de pronto te quitan la alfombra de debajo de los pies, porque los indicadores han dejado de ser fiables y el menos fiable es el Top 1%. No creo que se deba culpar a la bibliometría, que toma nota de lo que ocurre, sino preguntarse por qué ha dejado de ser fiable: incentivos que promueven comportamientos indeseables, revistas que pierden el estándar de oro de una revisión por pares concienzuda y a fondo. Hay una responsabilidad colectiva. No disparemos a la bibliometría, tratemos de apuntar a los problemas, a las causas de que haya dejado de ser una herramienta útil en la evaluación, y de ese modo entre todos llegaremos a conclusiones que animarán a tomar e implementar decisiones razonables que nos permitan adoptar con urgencia las medidas necesarias.