El lunes 8 de abril la Universidad Nebrija y la Real Sociedad Matemática Española celebraron una nueva edición (la séptima ya) de la iniciativa Libros, mates y mucho más, un evento organizado por Pilar Vélez (directora del Grado en Matemáticas Aplicadas de la Universidad Nebrija), Fernando Blasco (presidente de la Comisión de Divulgación de la RSME) y David Martín de Diego (exvicepresidente segundo de la RSME). El principal objetivo de esta jornada fue mostrar las novedades editoriales en matemáticas y acercar esta hermosa disciplina al público en general, todo ello acompañado de forma exquisita, al inicio y a su conclusión, con piezas musicales compuestas por matemáticos: Piergiulio Tempesta y Jacob Goodman, profesores de la Universidad Complutense y de la Universidad Nebrija, respectivamente.

La primera intervención corrió a cargo de Lola Morales, profesora del Instituto Gran Capitán de Madrid, que presentó su maravillosa Matemápolis, un completo mapa donde aparecen representados 200 matemáticos y matemáticas ilustres, clásicos y actuales, enfrascados en sus teoremas, construcciones… (como el teorema de los cuatro colores, los puentes de Königsberg, la escalera de Escher, etc.). A continuación, tomó la palabra Adolfo Quirós, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Comisión de Publicaciones de la RSME, que sintetizó la labor editorial de las sociedades científicas (y en particular de la RSME) desde el siglo XVII hasta la actualidad. Sobre su alocución incidiremos más adelante. Finalmente, Anabel Forte, profesora de la Universitat de València y miembro de la Comisión de Educación de la RSME, presentó su libro ¿Cómo sobrevivir a la incertidumbre? En él se presenta la estadística como una herramienta esencial e imprescindible en un mundo dominado cada vez más por lo digital y el big data.

Pero volvamos a la intervención de Adolfo Quirós. Además de hacer un repaso de las diferentes publicaciones de la RSME o destacar la importancia que han tenido iniciativas como el ABCdario de las Matemáticas o los desafíos matemáticos de El País (que han derivado en el problema del mes de la RSME), el profesor Quirós nos deleitó con una breve e interesante lección de historia de las publicaciones en matemáticas. La primera revista solo de matemáticas, Annales de Mathématiques Pures et Appliquées, tuvo una corta vida: 22 años (1810- 1832); la más antigua que aún sobrevive es la prestigiosa Journal für die Reine und Angewandte Mathematik, fundada en 1826. Es a finales del siglo XIX cuando comienzan a surgir las sociedades científicas (LMS, SMF, AMS, DMV…), con publicaciones dirigidas a sus socios, y las revistas publicadas por las universidades, como los Annales Scientifiques de l’École Normale Supérieure (1864) y los Annals of Mathematics (1874). La Real Sociedad Matemática Española, aunque más joven y modesta, cuenta con publicaciones de notable calidad, tanto puramente científicas (la Revista Matemática Iberoamericana) como de un carácter más divulgativo y de información para sus socios (La Gaceta y el Boletín de la RSME).

Todas estas publicaciones surgen como respuesta a la necesidad de difundir los avances de la ciencia: en palabras de Joost Kircz citadas por nuestro compañero en su presentación, «el objetivo de la comunicación científica es el registro, evaluación, diseminación y conservación del conocimiento, hechos y percepciones humanas para beneficio de la humanidad y para el progreso de la ciencia». Como señaló Quirós, el problema aparece cuando este objetivo se tergiversa y troca en la búsqueda del beneficio puramente económico: hoy en día la publicación científica no es solo comercial, sino que en muchos casos se ha convertido en un gran negocio, lo que conlleva serios inconvenientes.

Por supuesto, muchas editoriales comerciales serias publican trabajos científicos de calidad y obtienen, como no podría ser de otra manera, un cierto rendimiento por ello, todo sin poner el beneficio por delante de la ciencia. Sin embargo, en los últimos años han surgido editoriales a las que solo les preocupa el beneficio económico, y que publican cualquier cosa que alguien esté dispuesto a pagar, lo que produce un profundo daño en la investigación. Resulta ilustrativo el hecho de que, por ejemplo, una revista de indudable prestigio y calidad como la antes mencionada Annals of Mathematics, publica 6 números al año, con una media de unos 6 o 7 artículos por número aproximadamente, dependiendo de su longitud; otras revistas, surgidas con el objetivo único de ser un negocio millonario, publican más de 20 números al año, llegando a contener algunos de dichos números más de 300 artículos (y ninguno menos de 100). Desde luego, estas revistas y editoriales no han surgido porque sí: como ya hemos denunciado en escritos anteriores, la necesidad que tienen los científicos de publicar, presionados por un sistema que solo premia la cantidad a la hora de promocionar, ha dado lugar a estos monstruos.