Gabriel Navarro Ortega, Medalla de la RSME 2025

El catedrático de la Universidad de Valencia, Gabriel Navarro Ortega, ha sido reconocido con una de as tres Medallas de la RSME 2025 por sus destacadas contribuciones a la excelencia investigadora y la transferencia.

¿Cómo nació su interés por las matemáticas?

Creo que es una historia bastante común pero no por ello menos valiosa: tuve un par de profesores excepcionales en el Instituto Joan Fuster de Sueca: Voro Messeguer y Josep Santandreu, quienes, a su vez, fueron alumnos de Valdivia. A partir de ahí, la belleza de las matemáticas, que hace que otras opciones palidezcan en comparación, se impuso con claridad. Era un instituto con un nivel docente extraordinario.

Su trabajo ha contribuido al avance de problemas fundamentales como las conjeturas de McKay o Alperin. ¿Qué le motiva a abordar estas temáticas?

He tenido la suerte de trabajar en un campo donde existen varias conjeturas que ocupan un lugar central, formuladas por grandes matemáticos. Esto es una ventaja, porque orienta el trabajo y le da sentido. Creo que tenemos el deber de ser ambiciosos e intentar contribuir, aunque no logremos resolverlas por completo. Cuando uno trabaja en buenos problemas, las matemáticas que se generan suelen ser también buenas. Dicho esto, soy de los que escriben mucho: también valoro encontrar una mejor demostración de un teorema conocido o una caracterización elegante. No se puede estar todo el día enfrentándose a problemas enormes porque eso acaba por agotarte.

Ha publicado en revistas de altísimo prestigio como Annals of Mathematics en varias ocasiones. ¿Cómo es el proceso detrás de una investigación de ese nivel?

Nuestro último trabajo en Annals fue la resolución de la Conjetura de Altura Cero de Richard Brauer. Fueron dos años de una tensión indescriptible. Éramos cuatro autores, y cada uno debíamos resolver una parte del entramado que habíamos diseñado. Hubo meses en los que parecía imposible, momentos en los que encontrábamos fallos o las piezas no encajaban. Una vez estuvimos seguros de que la demostración era correcta, llegó otro tipo de tensión: la espera, la incertidumbre de que los referees no encontraran un error que se nos hubiera pasado por alto, más aun habiendo enunciado el resultado en varios foros. En cuanto a Annals, es una bendición contar con revistas que nunca bajan el nivel de exigencia y donde cada vez es más difícil publicar. Ese filtro es fundamental para el avance de la disciplina.

Sus libros han tenido gran impacto en la comunidad matemática. ¿Cómo aborda la escritura de textos avanzados de referencia y qué rol cree que juegan en la transferencia del conocimiento?

Mi supervisor postdoctoral fue Martin Isaacs, uno de los mejores escritores de matemáticas. De hecho, la AMS creó un premio bienal en su honor para artículos bien escritos. Con él aprendí a escribir con claridad, a evitar repeticiones innecesarias o a buscar siempre una mejor demostración, entre tantas otras cosas. Todo esto, claro, fue después de lo que aprendí con F. Pérez Monasor y María Jesús Iranzo, mis dos guías durante la carrera.

Mi libro sobre bloques tuvo éxito porque conseguí hacer accesible un material muy complejo —casi todo de Richard Brauer— que exigía mucho background. Preferí sacrificar un grado de generalidad para ganar en claridad. Creo que mucha gente ha aprendido con ese libro, y gracias a ello, resultados que antes estaban en artículos complicados llegaron a una audiencia mucho más amplia.

Será conferenciante invitado en el ICM 2026, uno de los mayores honores en matemáticas. ¿Qué significado tiene para usted esta invitación y cómo la vive personalmente y profesionalmente?

La vivo con la mayor de las responsabilidades, porque de alguna manera siento que represento tanto a mi país como a mi parcela de las matemáticas. Es un reconocimiento que no interpreto como algo individual, sino como el resultado del trabajo de un grupo de matemáticos que llevamos años empujando en una misma dirección. Personalmente, es una gran satisfacción. Profesionalmente, supone la oportunidad de compartir ante una audiencia internacional una visión clara y rigurosa de lo que hemos estado haciendo. Es uno de esos momentos que te obligan a tomar perspectiva y a valorar el camino recorrido.

 

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